miércoles, 25 de febrero de 2009
Ese maldito Yo, Taras
Ese maldito Yo
Parte 2: Taras
Vive sus últimos días desde hace meses, o desde hace años, y habla de su final en pasado. Una existencia póstuma. Como me extraño de que logre mantenerse en vida sin comer apenas, me dice: «Mi cuerpo y mi alma han tardado tantos años en soldarse que ya no logran separarse».
Si no tiene voz de moribundo es porque hace tiempo ya que no está vivo. «Soy una vela apagada», son sus palabras más justas sobre su última metamorfosis. Y cuando evoco la posibilidad de un milagro, me responde: «Me harían falta varios».
Sobrevivir a un libro destructor es tan penoso para el lector como para el autor.
Es preciso encontrarse en estado de receptividad, es decir, de debilidad física, para que las palabras nos lleguen, penetren en nosotros y comiencen en nuestro interior una especie de carrera.
Deicida es el insulto más halagador que se le puede dirigir a un individuo o a un pueblo.
Aquella mujer tenía un perfil de Cleopatra. Siete años después hubiera podido pedir limosna en una esquina. –Experiencia que debiera curarnos en el acto y para siempre de toda idolatría, de todo deseo de buscar lo insondable en unos ojos, en una sonrisa o en una voz.
Todo lo que no es desgarrador es superfluo –en música por lo menos.
Cuanto más se detesta a los hombres, más maduro se está para Dios, para un diálogo con nadie.
Igual que la aparición del Crucificado dividió la historia en dos, esta noche acaba de dividir en dos mi vida…
Todo parece miserable e inútil en cuanto la música enmudece. Se comprende así que pueda ser odiada y se sientan tentaciones de considerar su absoluto como un fraude. Por que cuando se la ama demasiado hay que reaccionar contra ella como sea. Nadie percibió su peligro mejor que Tolstoi, pues sabía que podía dominarlo completamente. De ahí que comenzara a excretarla por miedo de convertirse en un juguete suyo.
¿Es imaginable un ciudadano que no posea un alma de asesino?
La naturaleza, buscando una fórmula que pudiera satisfacer a todo el mundo, escogió finalmente la muerte, la cual, como era de esperar, no ha satisfecho a nadie.
X., que ha fracasado en todo, se lamenta de no haber tenido un destino. –Todo lo contrario, le digo. La serie de tus fracasos es tan notable que parece revelar un designio providencial.
La mujer fue importante mientras simuló pudor y reserva. ¡Qué deficiencia demuestra empeñándose en dejar de jugar al juego! Ahora ya no vale nada, pues se asemeja a nosotros. Así desaparece una de las últimas mentiras que hacían tolerable la existencia.
Cuando supe que él era totalmente impermeable a Dostoievsky y a la Música, me negué, a pesar de sus grandes méritos, a conocerlo. Prefiero conversar con un retrasado mental sensible a cualquiera de los dos.
El hecho de que la vida no tenga ningún sentido es una razón para vivir, la única en realidad.
Autor: Emil Michel Cioran
Fotografía Kubicki
Photo Artist Link:
http://kubicki.deviantart.com/
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